"Hino à imortalidade" (Tradução de Adriano Nunes)
Salve chama criadora do mundo,
Língua ardente de eterno saber,
Porém germe, princípio fecundo
Que acorrentas a morte a teus pés!
Tu a inerte matéria espolias,
Tu a ordenas juntar-se ao existir,
Tu seu lodo modelas, e crias
Milhões de seres de formas sem fim.
Dissipa tuas obras em vão
A morte vencedora talvez;
De seus restos ergue tua mão
Novas obras triunfante outra vez.
Tu a labareda de sol fartas,
Tu revestes os cosmos de azul,
Tu a lua nas sombras de prata,
Tu coroas a aurora de luz.
Gratos ecos ao bosque sombrio,
Verde aparato às árvores dás,
Melancólica música ao rio,
Rouquento grito às ondas do mar.
Tu o aroma nas flores exalas,
Nas planícies suspiras de amor,
Tu murmuras da aragem nas asas,
Em Bóreas retumba a tua voz.
Tu derramas o ouro na terra
Em arroios de ardente metal;
Tu realças a joia que encerra
Em seu báratro profundo o mar.
Tu as lívidas nuvens estendes
Negro manto que agita Aquilon;
Com teu alento os ares acendes,
Teus rugidos infundem pavor.
Tu és pura semente de vida,
Manancial sempiterno do bem;
Luz do mesmo Criador desprendida,
Juventude e fulgor é teu ser.
Tu és força secreta que o mundo
Em seus eixos engendra a girar,
Sentimento harmonioso e profundo
Dos sóis que alegra a tua feição.
De teus feitos os séc'los que voam
Incansáveis artífices são,
Do espírito brilhante aprimoram
E embelezam a estreita prisão.
Tu em voraz, veloz torvelinho
Impulsionas-os enérgico, e vão;
E adiante em teu rápido caminho
A outros séc'los ordenas chegar.
Homem covarde, levanta a fronte,
Põe teu lábio em seu eterno ideal;
Tu serás como o sol no Oriente,
Tu serás, como o mundo, imortal.
José de Espronceda: "Himno a la inmortalidad"
"Himno a la inmortalidad"
¡Salve llama creadora del mundo,
Lengua ardiente de eterno saber,
Pero germen, principio fecundo
Que encadenas la muerte a tus pies!
Tú la inerte materia espoleas,
Tú la ordenas juntarse a vivir,
Tú su lodo modelas, y creas
Miles de seres de formas sin fin.
Desbarata tus obras en vano
Vencedora la muerte tal vez;
De sus restos levanta tu mano
Nuevas obras triunfante otra vez.
Tú la hoguera del sol alimentas,
Tú revistes los cielos de azul,
Tú la luna en las sombras de argentas,
Tú coronas la aurora de luz.
Gratos ecos al bosque sombrío,
Verde pompa a los árboles das,
Melancólica música al río,
Ronco grito a las olas del mar.
Tú el aroma en las flores exhalas,
En los valles suspiras de amor,
Tú murmuras del aura en las alas,
En el Bóreas retumba tu voz.
Tú derramas el oro en la tierra
En arroyos de hirviente metal;
Tú abrillantas la perla que encierra
En su abismo profundo la mar.
Tú las cárdenas nubes extiendes
Negro manto que agita Aquilón;
Con tu aliento los aires enciendes,
Tus rugidos infunden pavor.
Tú eres pura simiente de vida,
Manantial sempiterno del bien;
Luz del mismo Hacedor desprendida,
Juventud y hermosura es tu ser.
Tú eres fuerza secreta que el mundo
En sus ejes impulsa a rodar,
Sentimiento armonioso y profundo
De los orbes que anima tu faz.
De tus obras los siglos que vuelan
Incansables artífices son,
Del espíritu ardiente cincelan
Y embellecen la estrecha prisión.
Tú en violento, veloz torbellino,
Los empujas enérgica, y van;
Y adelante en tu raudo camino
A otros siglos ordenas llegar.
Hombre débil, levanta la frente,
Pon tu labio en su eterno raudal;
Tú serás como el sol en Oriente,
Tú serás, como el mundo, inmortal.
In: ESPRONCEDA, José de."Obras poéticas".Paris: Garnier Hermanos, 1873.(http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p278/46883896878355496754491/index.htm)
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